jueves, 16 de agosto de 2007

LA GUABINA

La guabina se canta en Boyacá y Santander del Sur, en este último departamento sobre todo en la provincia de Vélez. Es un canto doliente, una queja del alma de la gleba. Tiene la monotonía y la sobriedad del paisaje boyacense, en el cual a lo lejos tan solo se destacan las tunas que rom­pen de trecho en trecho las ondulaciones de las colinas. No pasa de ser un son.
Los promeseros que se dirigen a Chi­quinquirá y Monguí atenúan el cansancio de la jornada al compás de esos cantares doloridos que repiten hasta la sa­ciedad, haciendo tonadas y variaciones a cada coda.

“Las coplas se cantan al son de la guabina. En sus me­lodías sencillas, pero dentro de extremada variedad del aire fundamental, la copla enreda sus conceptos y sentires y se va por ventas y caminos, por labranzas y trapiches, por altos y cañadas, a veces acompañada por el tiple, otras veces des­nuda como una deidad aérea, pero siempre saturada por, el perfume de la tierra y hondamente lírica como el alma de la raza”.

“Una pequeña variante en la música y una o dos estrofas determinadas diferencian la guabina veleña, la guabina del Puente, la guabina de Aguadas, la guabina de Mercedes Sandoval... Pero toda clase de coplas pueden cantarse y en efecto se cantan sobre estas variantes particulares”.

Coreografía

La coreografía de la guabina sigue en su desarrolla unas once figuras de baile, que podemos resumir en seis más diferenciadas y esenciales:
Al iniciarse la música salen hombre y mujer por un lado de la escena, ella tras él, caminando en pasos menu­dos y rápidos, siguiendo el ritmo de la introducción musical, puestas las manos en el pecho, sosteniendo con el car­gador las canastillas o jaulas de chusque, que llevan a la espalda, colocándose luego frente a frente, se abre: marcha menuda.
En seguida verifican el paso de rutina de la gua­bina, avanza uno de los dos pies con la punta hacia afuera y retrocede luego a la posición inicial, resbalando sobre el piso a tiempo que el otro pie avanza para hacer igual reco­rrido: avance de rutina, seguido de giros a derecha e izquier­da.
A continuación y colocados otra vez frente a frente, retroceden simultáneamente en pasos de rutina con giros a derecha e izquierda: retroceso de rutina. Luego realizan un cruce cambiando de puestos y regresando al sitio primero en paso de zig–zag ondulado. Este paso es el mismo de ru­tina, una vez hacia la derecha y con media vuelta realizada en tres pasos cortos, otra hacia la izquierda por varias veces alternadas. En seguida verifican el paso saltado, de rutina, frente a frente; luego se ejecuta el paso saltando lateral­mente y volviendo las caras por la derecha él y por la izquier­da ella y viceversa, dándose la espalda: espaldas.

Después realizan el paso escobillado con un pie y lue­go con el otro. Este paso consiste en el adelanto de un pie, el derecho, por ejemplo, resbalándolo sobre el pavimento y, al retrocederlo, avanza el otro pie arrastrándose; al avanzar este como amagando dar alcance al otro, este último avanza nuevamente. Después avanza primero el pie opuesto, izquier­do en este caso, y continúa igualmente por varias veces: es­cobillado.

En seguida se repite la figura del paso saltando al fren­te. Ahora verifican los juegos del pañuelo tomándolo por los extremos cada uno de una punta con la mano derecha; da él dos pasos de rutina y gira ella pasando bajo los brazos que sostienen el pañuelo; luego da ella dos pasos y gira él en la misma forma, esto, por tres veces: pañuelo.

Finalmente, cambia él pasando el extremo del pañuelo que tiene asido a la mano izquierda y colocando los brazos respectivos tras las cabezas, como cobijándose ambos con el pañuelo, él la toma por la cintura con el brazo libre y salen de la escena hacia el frente, terminando de cara al público”.

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